“Viento y las nubes se deshacen; brisa y blancas se transfiguran. Hay ecos que no son de las palabras son del aliento, no nos repiten, nos convocan a escuchar lo que para decirse nos llama. Hay una hendidura en la palabra hendidura, un desgarro donde cada palabra calla, donde todo callar crea; es lo que en el decir es aliento no de sonido, es donde en cada palabra nos escuchamos revelados. Cuando la lejanía late adentro es que el adentro ya es afuera; es haber llegado al alma, a ese hueco de nadie que en cada uno se abre todos. Entre las grietas los posibles brotan y los poemas hablan; entre las grietas, las propias, el hombre yergue su vida, da a luz su alma. Sin cerros ni arboledas el viento vuela ancho la calma del valle. Más vasto que esperar algo es el no nombrar la espera: ese no saber lo que llega, ese dejar que nos nombre. Al final no habrá final habrá la entrega: ese salto sin orilla desde donde darlo, ese saltar al vacío desde el que una vez llegamos, esa entrega para la que nos fuimos vaciando.”
“Wind and clouds rolled; breeze and white are transfigured. There are echoes that are not words of encouragement are not repeated to us, we summon hear what calls us to be said. There is a crack in the floor slit, a tear where each word is silent, silence where everything created; is what the say is breath without sound, is where we heard every word revealed. When late in the distance is that the inside is already out; you have reached the soul, anyone that hole in each opens all. Among the possible cracks spring and poems speak; between the cracks, own, man stands his life, gives birth to her soul. No hills and groves wind calm fly wide valley. Vaster than wait for something is not naming the wait: that not knowing what comes, that let us name. At the end there will be no end will be delivering: that leap without shore from where I give, the jump off since once we arrived, the delivery for which we were emptying.”